Guerra en la cocina

Desde que Lucy y sus hermanos australopithecus aprendieron que dejar sin comer a los homínidos rivales les hacía más débiles y propensos a caer de los árboles, los ejércitos de la Historia siempre han utilizado la comida y sobre todo el hambre como un arma para alzarse con los laureles de la victoria. En los campos de concentración, el pan duro y el “café” quebraban los cuerpos y las mentes de los prisioneros; en Stalingrado, el canibalismo permitió que cientos de personas pudieran seguir resistiendo a los nazis; el chocolate en el bolsillo de los soldados aliados permitía llegar al corazón de los europeos a través de su estómago. Pero, ¿qué era la comida para los principales líderes de la Segunda Guerra Mundial? ¿Por qué plato podían llegar a salivar sin control o qué comida preferían evitar a toda costa aunque se estuvieran muriendo de hambre?

Entrées

Adolf Hitler quedó tan devastado por la muerte de su sobrina Geli en 1931 que muchos aspectos de su vida sufrieron un gran cambio, uno de ellos la alimentación. El hombre que disfrutaba comiendo chocolate Hamann a todas horas, bebiendo cerveza y cuyo plato favorito era un gran plato de Leberknödel, albóndigas de hígado de ternera, empezó a odiar la carne y la bebida.

Según Hitler la decadencia moral de la sociedad provenía de la ingesta de carne; que ésta podredumbre que dominaba a algunos tenía su origen en el abdomen, en el “estreñimiento crónico, el envenenamiento de los jugos y como resultado de beber en exceso.” Tenía la esperanza de que un día las naciones de la Tierra dejaran de alimentarse de animales muertos. Sin embargo no prohibía que se comiera carne frente a él e incluso podía llegar a probar lo que estaban comiendo.

Su dieta en privado estaba compuesta básicamente por nudelsuppe (sopa de fideos), sopa de tomate con parmesano, verduras, tortillas de puntas de espárrago o champiñones, legumbres, pan, leche y zumos. A pesar de comer platos vegetarianos su digestión siempre era problemática y las comidas solían provocarle abundantes gases y dolores gastrointestinales. Para paliar sus efectos entre 1936 y 1943 Hitler solía tomar durante la comida dos cápsulas de un probiótico llamado “Mutaflor” (bacteria Escherichia coli Nissle), de dos a cuatro pastillas antigas “Dr. Koester” y entre 1942 y 1944 dos comprimidos diarios de “Intelan” (vitaminas A, D y glucosa). Después de las comidas, si notaba que tenía pesadez en el estómago solía tomar una pastilla de “Luizym” que teóricamente le ayudaban a digerir mejor los vegetales.

El Führer tenía miedo de ser envenenado y un equipo de mujeres probaba todos los platos que le preparaba un cocinero especial. Tras cada comida las mujeres tenían que esperar una hora y si no morían, le servían la misma comida. Magda Goebbels solía prepararle de vez en cuando platos austríacos y una cervecera de Munich le preparaba una cerveza especial sin alcohol. En Berchtesgaden comía platos bávaros y te azucarado con ron de graduación media, baumkuchen torte, tarta Linzer o pastel de nueces.

Su dieta, insuficiente y desequilibrada, entre 1938 y 1944 se empezó  a complementar con un compuesto llamado “Vitavultim-Calcium” (vitamina B-1, ácido ascórbico, calcio y amida del ácido nicotínico) que tomaba en forma de comprimidos y vía intravenosa junto con glucosa para contrarrestar su falta de energía. Para combatir la fatiga y la depresión su médico personal, el doctor Theodor Morell, se atrevió a recetarle una combinación de hormonas masculinas y extractos de testículo, vesícula seminal y próstata de toro llamada “Orchikrin”. La medicina intentaba curar su cuerpo enfermo pero el gran problema era su atormentada alma.

Benito Mussolini, tan poco amigo de la carne como Hitler, sufría desde 1940 fuertes dolores estomacales, calambres y dolores de cabeza provocados, según él, por la ingesta de vegetales y patatas. Pero sus doctores no lo atiborraron a pastillas como a su amigo alemán sino que le recetaron una dieta espartana de te, pan tostado, compota de fruta y casi dos litros de leche hervida al día. Su salud empeoró gravemente debido a la falta de nutrientes, sobre todo después de que en 1943 los nazis lo rescatara del hotel Campo Imperatore donde estaba detenido por orden de su propio gobierno. Hitler envió al doctor Georg Zachariae para mejorar la salud del Duce y sólo cuando su ingesta de leche se eliminó por completo empezó a recuperarse. Inyecciones de vitaminas B y C, hormonas, zanahorias, patatas, te azucarado, alguna copa ocasional de vino e incluso pollo hervido y pescado le devolvieron la salud perdida. Sin embargo el cabezota de Mussolini se negaba a comer mejor que su propio pueblo, quienes se alimentaban de raciones de guerra, y cuando un prefecto decidió enviarle un paquete con comida Mussolini reenvió el paquete a un hospital de Gardone y le devolvió al prefecto una carta llena de ira por su irresponsabilidad.

Mussolini no siempre había mirado por la salud alimenticia de su pueblo. Antes de la guerra había intentado que Italia empezara a tener como país cierta autosuficiencia e influenciado por un grupo llamado “los futuristas” subió los impuestos relacionados con la importación de cereales buscando que el pueblo lo cultivara o adoptara el cultivo del arroz. Sin embargo el pueblo lo vio como un ataque a la pasta, una de sus señas de identidad, y la campaña de Mussolini y los futuristas nunca progresó.

Plats Principaux

Winston Churchill era un fanático de la alta comida francesa como el Pot au Feu o los Beignets de queso. Sin embargo también disfrutaba con platos sencillos como el roast beef con pudding de Yorkshire, sopas ligeras, moluscos y su segundo postre favorito después del helado: una simple rodaja de queso azul Stilton.

La encargada de preparar la comida para el Premier británico era Georgina Landemare, excelente cocinera de educación victoriana que trabajó para Churchill hasta 1954. Landemare cocinaba en el llamado “anexo del nº10”, apartamento donde residían los Churchill sobre las actuales cabinet war room. Cuando Churchill decidía comer en su residencia oficial su cocinera preparaba los platos en la cocina del anexo y luego los llevaba en coche hasta el número 10 de Downing Street. Los platos, que llevaba en su regazo, iban cubiertos y envueltos en paños para mantenerlos calientes.

El 14 de Octubre de 1940 Landemare estaba preparando un mousseline pudding en el anexo cuando Churchill entró como un loco en la cocina. Tomó a su cocinera del brazo y la sacó del edificio para llevarla a un refugio antiaéreo. Tres minutos después la cocina quedó completamente destrozada por los bombardeos alemanes.

Cuando Churchill decidía comer en Londres casi siempre acudía al restaurante Savoy Grill en el Hotel Savoy. Su especialidad era y es la comida francesa e inglesa por lo que las dos pasiones culinarias del Premier quedaban satisfechas.

Franklin D. Roosevelt sin embargo era una persona de gustos culinarios extremadamente sencillos. Cada mañana desayunaba huevos revueltos y algunos sus platos favoritos eran sándwiches de queso horneados, hot dogs, fish chowder (una mezcla de sopa espesa y caldeirada de pescado) y pastel de frutas.

El 5 de Diciembre de 1938 durante una conferencia en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill Roosevelt se defendió de los que le acusaban de querer que Estados Unidos entrara en guerra y de los que decían que iba a llevar al país a la bancarrota mientras desayunaba platos de millonario. “Actualmente soy una persona sumamente afable, un practicante de la paz, tanto doméstica como extranjera, un creyente en el sistema capitalista y en cuanto a mi desayuno un devoto de los huevos revueltos.”

Los gustos sencillos de Roosevelt se mostraron sin complejos durante una visita del rey de Inglaterra George VI y su esposa Elisabeth a Estados Unidos en Junio de 1939. El menú de ése día, un picnic informal, rezaba: “Menú para picnic en Hyde Park. Domingo, 11 de Junio de 1939. Jamón de Virginia, hot dogs (si el tiempo lo permite), pavo ahumado, mermelada de arándanos, ensalada verde, panecillos, pastel de fresa, refrescos, cerveza, café.” La prensa se rió con el “mundano” menú ofrecido al rey de Inglaterra y la madre de Roosevelt, Sara, no se tomó demasiado bien que a un monarca le dieran de comer «simples» perritos calientes con mostaza.

Joseph Stalin, el hombre que provocó la muerte de millones de personas durante la Gran Hambruna (1932-1933), era un todoterreno a la hora de comer y adoraba la cocina georgiana, rusa y ucraniana. Sus cenas en su residencia a las afueras de Moscú, en las que se servían una gran variedad de platos y hasta diez variedades diferentes de vodka y brandy, acababan a altas horas de la madrugada de la misma forma que hoy en día acaban muchas fiestas: con baile y canciones cantadas a pleno pulmón. Todo el Politburó estaba obligado a acudir y no hacerlo o no pasárselo bien era sinónimo de deslealtad hacia Stalin. Entre sus platos favoritos se encontraba un carpaccio siberiano llamado stroganina, kharcho (sopa de cordero al estilo georgiano), shchi (sopa de col), ensalada de invierno (conocida popularmente como “ensaladilla rusa”), vinos rojos y blancos de la región georgiana de Kakheti y plátanos, uno de los postres favoritos de Stalin.

Desserts

Enstalidilla rusa con Führers, Roosebeef con salsa de Churchill y Mousselini de chocolate… Los gustos culinarios de los principales líderes de la Segunda Guerra Mundial están al alcance de los mejores chefs amateurs y profesionales del mundo y al alcance de todos los que quieran comer como auténticos estadistas viendo la Historia desarrollarse ante ellos.

Para saber más:

 

  • “Hitler as seen by his doctors”. OI-CIR2. 15 Octubre 1945 / OI-CIR4. 29 Noviembre 1945.
  • LANDEMARE, Georgina; “Recipes from nº10”, Editorial Collins, 1959.
  • LANGER, Walter C.; “A psychological analysis of Adolph Hitler: His life and legend”, O Branch, OSS, Washington DC.
  • MOSELEY, Ray; “Mussolini: The last 600 days of Il Duce”. Taylor Trade Publications, 2004.
  • “Adolf Hitler´s food taster breaks her silence on horrific ordeal of checking German dictator´s food for poison” [en línea] [Consulta: 12 Enero 2015].
  • “Mussolini tried to abolish pasta”. [en línea] [Consulta: 18 Enero 2015].
  • “The american presidency project” [en línea] [Consulta: 18 Enero 2015].
  • “The kremlin diet: From Lenin to Gorbachev” [en línea] [Consulta: 18 Enero 2015].

Artículo escrito por Victor Baldoví para el nº6 de la revista «WW2GP Magazine«.

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About Victor Baldovi

Victor Baldovi es guionista y escritor especializado en la Segunda Guerra Mundial. Ha escrito cinco libros (dos de ficción) y desde el año 2005 es redactor de artículos sobre la WW2.

4 comments

  1. Oye, qué interesante, no sabía nada de esto. Claramente, Hitler estaba batallando con la comida a todas horas pero de ahí a que no comiera carne, no me lo esperaba. Gracias por el aporte. Saludos.

  2. Gracias Víctor, para cuándo las recetas? Tienes suficiente documentación según lo que veo.

  3. Gracias! Pronto haré otras entradas con recetas de la Segunda Guerra Mundial. Y tomo nota respecto a lo del widget! 😉

  4. Apasionante (al menos para mí) el tema de «guerra en la cocina». Me gustaría que amplíes con otras entradas.
    Muy gracioso lo de los perros calientes «si el tiempo lo permite» (no se comen con tiempo lluvioso?)

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