Hitler y la lanza del destino

Se estaba haciendo tarde y el Palacio Imperial Hofburg de Viena estaba a punto de cerrar. Un joven con una cámara al cuello se paseaba por la Sala del Tesoro deteniéndose frente a alguna de las reliquias más curiosas del palacio como la esmeralda más grande del mundo, una cuna imperial o un supuesto cuerno de unicornio.

-¿Quieres ver algo realmente impresionante? –dijo una voz tras él.

El joven se giró bruscamente. Se trataba de un guía del museo, canoso y con un mar de arrugas que marcaban su apergaminado rostro.

-¿Ya has visto la lanza del destino?

-¿El qué?

-La lanza del destino… Ése objeto de ahí –dijo el guía señalando una vitrina.

Sobre un manto rojo reposaba una punta de lanza oscura de 30 centímetros de longitud, parcialmente recubierta con una lámina de oro en la que había una inscripción en latín. La punta de lanza estaba hueca y en mitad de la hoja, atado con alambres, se adivinaba un clavo de metal.

-Según la leyenda quien controle la lanza controlará para bien o para mal el destino del mundo –dijo el anciano.

-¿Qué pone encima de la lámina de oro?

Lancea et clavus domini… Lanza y clavo del Señor.

-¿Y es la auténtica?

-Bueno… Como ocurre con los supuestos clavos de Cristo hay muchas otras lanzas sagradas por todo el mundo. Guardan una en el Vaticano, otra en la catedral de Echmiadzín en Armenia otra y en el castillo Wawel de Cracovia.

El anciano miró su reloj y dijo:

-Déjame contarte una historia…

Año 33 D.C

El bizco centurión romano Longinos era uno de los militares que se encontraban en el Gólgotha supervisando la crucifixión de Jesucristo y la de los reos Dimas y Gestas. Los condenados tardaban mucho en morir por lo que aparecieron seis alguaciles cargados con escalas, cuerdas y martillos para llevar a cabo lo que era conocido como crurifragium: romper las piernas de los crucificados para que, sin un punto de apoyo inferior, les pudiera resultar difícil alzarse para respirar y murieran asfixiados. Los alguaciles rompieron las tibias de los dos reos que acompañaban a Jesús pero éste ya había muerto. Longinos, convencido de la divinidad de Cristo, cogió su lanza y la clavó en la parte derecha del torso de Jesús para verificar que había fallecido. Cuando retiró la lanza de la herida empezó a manar sangre y agua, una mezcolanza que salpicó el rostro de Longinos curando milagrosamente su visión bizca.

Los apóstoles Juan y Mateo recogieron éste hecho en sus evangelios (“Uno de los soldados le punzó el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua”, Juan 19:34; “Otro hombre tomó una lanza y traspasó su costado, y salió sangre y agua”, Mateo 27:49) pero ninguno reveló qué fue de Longinos o de su lanza manchada con la sangre del Salvador.

La lanza de San Mauricio

-Durante siglos la lanza que atravesó el costado de Cristo fue pasando de mano en mano. Monarcas como Constantino “el Grande”, Carlomagno o Enrique I “el pajarero” cosecharon grandes victorias militares con la lanza sagrada en su poder. En 1796 cuando la lanza se encontraba en Nuremberg Napoleón Bonaparte intentó apoderarse de ella pero ésta había sido entregada al barón Von Hügel para que la escondiera. El barón se la llevó a Viena pero cuando pasó el peligro en vez de devolverla a Nuremberg se la vendió a los Habsburgo quienes la rebautizaron como “lanza de San Mauricio”.

-Y luego Hitler la robó, ¿no?

-Más o menos… Entre 1908 y 1913 cuando Hitler sólo era un pintor con aires de grandeza intentando labrarse un futuro en Viena visitó éste mismo palacio y tuvo una epifanía frente a la lanza; sintió el poder mágico de la propia lanza y según sus propias palabras, ofreció su alma a la lanza para que fuera el instrumento de su voluntad.

La lanza en poder de las tinieblas

Hitler, el nuevo Führer de Alemania, regresó a Viena el 14 de Marzo de 1938 tras haber provocado una crisis gubernamental sin precedentes que culminaría con la anexión de Áustria. Ésa misma noche Hitler entró solo en la Sala del Tesoro del Palacio Hofburg y se hizo con la supuesta lanza sagrada que tanto poder le había conferido a su idolatrado Enrique I. Sin embargo no hay ying sin yang y la lanza traía consigo una maldición que Hitler tuvo la desgracia de minimizar: La leyenda decía que quien la perdiera o la dejara escapar moriría.

El 13 de Octubre de 1938 la lanza de San Mauricio junto con otros tesoros de los Habsburgo fue cargada en un tren vigilado por las SS y regresó a Nuremberg. A pesar de que Himmler deseaba enviar la lanza a su castillo esotérico en Wewelsburg la lanza fue instalada en el vestíbulo de la iglesia de Santa Catalina donde tras la guerra  Hitler quería crear un museo con los mayores tesoros incautados por su ejército en todo el mundo. Sin embargo en 1943 los osados bombarderos aliados empezaron a poner en jaque la integridad de los tesoros y tras un ataque que destruyó el techo de Santa Catalina el Führer ordenó la construcción de una cámara secreta para protegerlos. Puede que tuviera la sensación de que el curso de la guerra dependía de la integridad de la lanza a juzgar por los resultados que su ejército estaba cosechando en los frentes de batalla.

Imitando a los antiguos egipcios y aprovechando los túneles secretos que ya existían bajo el castillo Kaiserburg de Nuremberg los nazis crearon grandes cámaras acorazadas a prueba de bombas a 24 metros bajo la fortaleza. Se accedía a ellas a través de un ancho túnel que empezaba en el garaje de una modesta casa del siglo XVII en la calle Oberen Schmiedgasse, un pasadizo tan grande que incluso permitía el paso de un vehículo de transporte. Su entrada, como la “Batcueva”, estaba protegida por una pared móvil que se deslizaba hacia un lado. En su interior acabó resguardada no solo la lanza del destino sino el tesoro imperial de los Habsburgo, obras de arte incautadas por toda Europa y tesoros culturales del propio Nuremberg como la Anunciación de Veit Stoss, cuadros y manuscritos de Durero o el primer reloj portátil de la Historia.

En 1944 la Meca del movimiento nazi, la ciudad que tantos desfiles y mítines había presenciado y retratada de forma épica por Leni Riefenstahl en “El triunfo de la voluntad” estaba gravemente herida por los bombarderos aliados. Sus ataques buscaban la destrucción de las zonas industriales del Sur de la ciudad pero también aterrorizar a la población civil destruyendo sus hogares y asesinando a sus familias. En Octubre de 1944 Nuremberg sufrió una serie de raids aliados devastadores, con incursiones de la RAF por la noche y de la USAF durante el día. Sus bombarderos destruyeron parte del centro medieval de la ciudad y la entrada secreta a la cámara acorazada quedó a la vista. Himmler ordenó el traslado de las piezas más importantes pero debido a un error semántico se trasladó la espada de San Mauricio en vez de la lanza de San Mauricio y ésta, la lanza del destino, se quedó en la cámara acorazada.

El 2 de Enero de 1945 los aliados convirtieron el centro de Nuremberg en un cementerio de piedras humeantes. En 53 minutos el 90% de la histórica ciudad fue reducida a escombros pero sus obras de arte y la lanza sagrada permanecieron a salvo en el interior de las cámaras secretas bajo el Kaiserburg. El 20 de Abril de 1945 tras un violento asedio que había durado trece días y convertido las calles de Nuremberg en un campo de batalla la ciudad cayó en manos de los aliados.  Mientras una bandera norteamericana ondeaba en la Adolf Hitler Platz el Séptimo Ejército se instalaba en la fortaleza de Kaiserburg, desconociendo que bajo sus pies yacía uno de los mayores tesoros ocultos por los nazis.

Los Monument Men en acción

El Teniente Walter Horn, miembro de la división Monuments, Fine Arts and Archives (MFA&A) fue enviado a Nuremberg para localizar las joyas de la corona de los Habsburgo, descubrió la existencia de la cámara secreta gracias a su experiencia como interrogador de prisioneros alemanes y decenas de horas de investigación sobre el terreno. Imitando a Howard Carter, Horn se adentró en la cueva del tesoro nazi. Sus ojos, que buscaban buscaban el tesoro imperial, se posaron en una caja de madera en cuyo interior reposaba una destartalada punta de lanza que traía consigo el poder mágico de favorecer a quien la poseyera: la lanza del destino. Unos dicen que la tomó en nombre del ejército norteamericano el 30 de Abril de 1945, horas antes de que Hitler se suicidara en su bunker de Berlín y cumpliendo la maldición de la lanza. Sin embargo documentos oficiales demuestran que Horn no se unió a la MFA&A hasta el 20 de Julio de 1945, casi tres meses después de la muerte de Hitler.

Epílogo

-La lanza fue devuelta a Áustria el 4 de Enero de 1946 y desde entonces descansa aquí. Por cierto… ¿No te parece curioso que desde el fin de la guerra el poder de Estados Unidos haya aumentado exponencialmente? Y es que hay otra leyenda que dice que los USA hicieron una copia de la lanza para devolverla a Alemania y que se quedaron con la original.

-Hasta que les supere la India o los chinos. En fin… Tengo que irme. Gracias por la historia…

-De nada… Bene ambula et redambula.

El joven se dirigió hacia la salida, se giró una última vez hacia la lanza y tomó una instantánea de la reliquia junto al anciano. Días más tarde el turista regresaría a casa y tras descargar las imágenes vería que aquel día había fotografiado la lanza del destino en una sala completamente vacía.

Para saber más:

  • AMBELAIN, Robert; “Los arcanos negros de Hitler”, Ediciones Robinbook, 2005.
  • KUHN, Robert / PASTFINDER; “Nuremberg: City Travel Guide”, Pastfinder Ltd., 2007.
  • RAVENSCROFT, Trevor. “El gran secreto de los nazis: El talismán del poder”, Ediciones Robinbook, 2006.
  • WATCH TOWER BIBLE AND TRACT SOCIETY OF PENNSYLVANIA; “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, Watchtower Bible and Tract society of New York, Inc. / International Bible Students Association, Brooklyn, New York (USA), 1967.
  • “A monuments man investigator: Walter Horn” [en línea] [Consulta: 29 Octubre 2014].
  • “Kaiserliche Schatzkammer Wien” [en línea] [Consulta: 28 Octubre 2014].
  • “Museen der stadt Nürnberg” [en línea] [Consulta: 28 Octubre 2014].

Fotografía: Victor Baldoví.
Artículo escrito por Victor Baldoví aparecido en el nº5 de la revista «WW2GP Magazine«.

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About Victor Baldovi

Victor Baldovi es guionista y escritor especializado en la Segunda Guerra Mundial. Ha escrito cinco libros (dos de ficción) y desde el año 2005 es redactor de artículos sobre la WW2.

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