La maleta misteriosa de Auschwitz

En la fotografía, hormigas vestidas de presidiarios cargan en camiones los sueños empaquetados en fardos que miles de personas han traído consigo tras ser enviadas al campo de concentración de Auschwitz. Sus dueños han dejado este mundo tras ser asesinados en las cámaras de gas del campo y sus pertenencias, en su mayoría ropa, se acumulan en una sección apodada «Kanada» por las riquezas personales que contiene. Una de las maletas apiladas tiene escrita la dirección de su dueña pero se trata de un objeto que jamás tendría que haber estado allí. Su existencia plantea tantas preguntas que convierte una fotografía tomada hace casi un siglo en un misterio que aún perdura hoy en día.

Prólogo

En 1944 las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau asesinaban a miles de personas cada día y los hornos crematorios funcionaban día y noche, convirtiendo seres humanos en humo y ceniza. Los fotógrafos de las SS Bernhard Walter y Ernst Hofmann estaban destinados allí, fotografiando a los presos que ingresaban en el campo y tomando sus huellas. El sistema de campos de concentración era un sistema infernal, cruel e inhumano pero organizado.

A finales de mayo o principios de junio de 1944 los fotógrafos recibieron el encargo de documentar la llegada de un transporte de judíos húngaros procedentes de la Rutenia subcarpática (Ucrania). Los presos llegaban en vagones de ganado, se les despojaba de sus pertenencias y tras ser inspeccionados eran seleccionados para entrar en el campo o para ser asesinados en las cámaras de gas. Su destino se decidía de forma instantánea, en menos de un segundo tras una rápida mirada llena de prejuicios. Los adultos más fuertes o con mejor aspecto eran elegidos para vivir. El resto, es decir, los ancianos, los enfermos, las embarazadas, los adolescentes, los niños pequeños y las mujeres con hijos eran seleccionados para morir.

Los fotógrafos del campo documentaron todo el proceso de llegada y selección y se dieron una vuelta por la zona apodada como «Kanada«, donde se almacenaba la ropa de los que morían en las cámaras de gas y las pertenencias que habían traído consigo. En una de las grandes pilas había una maleta con una inscripción medio borrada.

Rezaba:

(…) Ricke Sara, (…) Charltbg Sybelstr. 42.

Era práctica común que un prisionero escribiera en su maleta su nombre y dirección para poder recibir sus cosas tras ser liberado. Sin embargo su dueña no sólo no estaba en Auschwitz sino que había fallecido hacía más de un año a miles de kilómetros de distancia del campo. ¿Qué hacía allí aquella maleta y a quién pertenecía?

La maleta de Frau Ricke

La solitaria maleta pertenecía a Ricke (Recha) Flatauer, una mujer nacida en Filehne (Wielen, Polonia) el 11 de abril de 1869. Flatauer vivía en la calle Sybelstrasse número 42 de Berlín, en el distrito de Charlottenburg. Según una investigación posterior del museo Aktives Museum, Flatauer residía allí como «subarrendataria» desde agosto de 1939. Una vez empezada la invasión de Polonia, cualquier polaco que residiera en el Reich estaba en el punto de mira de los nazis. En 1942 las autoridades alemanas requirieron su presencia para ser interrogada y en el centro de recogida de la calle Grosse Hamburger Strasse le informaron de que su pequeño patrimonio sería confiscado por ser «hostil al pueblo y al Estado». Para los nazis cualquier ciudadano extranjero, arraigado o no en el país, podía sabotear el Reich desde dentro. El 25 de agosto de 1942 Ricke Flatauer, junto con 99 personas más, fue deportada al gueto judío de Theresienstadt (República Checa) como parte del transporte I/51.

Flatauer fue alojada en la habitación 14 del barracón Q 305 con todo lujo de incomodidades y su salud empezó a empeorar. El 14 de enero de 1943 Ricke Flatauer falleció por «causas naturales», oficialmente por enteritis y «catarro intestinal». Su cadáver fue enviado a los hornos crematorios y una vez convertido en ceniza alguien cogió su maleta y borró su apellido para poder usarla. O puede que lo borraran los eficientes burócratas nazis tras emitir su certificado de defunción.

El gueto de Theresienstadt era un lugar de paso para miles de personas antes de ser enviados a los campos de exterminio. Es posible que otro prisionero cogiera la maleta vacía de Flatauer para llenarla con sus cosas y llevarlas hasta Auschwitz. Nunca sabremos quién o qué contenía pero lo que sí sabemos es que pertenecía a una mujer llamada Ricke (Recha) Flatauer, asesinada en 1943 en Theresienstadt por el simple hecho de ser diferente.

Hoy en día personalizar nuestros objetos es algo común, una tendencia cada vez más habitual y olvidamos que estos objetos pueden contar nuestra historia, atestiguar que una vez fuimos personas, que importamos, que existimos. Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis hicieron desaparecer a millones de personas pero su recuerdo jamás desaparecerá de nuestra memoria.

 

Colorización: DeepAI

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About Victor Baldovi

Victor Baldovi es guionista y escritor especializado en la Segunda Guerra Mundial. Ha escrito cinco libros (dos de ficción) y desde el año 2005 es redactor de artículos sobre la WW2.

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