Después del Reich

El escritor y periodista británico Giles MacDonogh descubre en su nuevo libro «Después del Reich» la cara más amarga de la posguerra alemana dando a conocer las atrocidades que los aliados cometieron contra la población civil y los prisioneros de guerra. Terribles episodios muchas veces silenciados que causaron la muerte a tres millones de alemanes.

«El final de la guerra estaba planificado desde hacía mucho tiempo, en 1943 Estados Unidos ya hablaba de dividirse el mundo con la URSS, por lo que esas atrocidades, ese período de caos que se produjo tras el final de la guerra se podría haber evitado» manifestó el autor en rueda de prensa.

La novela de también revela que varios campos de concentración nazis fueron reutilizados para alojar a más de un millón de los prisioneros alemanes, con los que emplearon «métodos parecidos a los utilizados por los nazis». Incumpliendo deliberadamente la Convención de Ginebra «los utilizaron para hacer trabajos forzados y en la mayoría de los casos se puede decir que fueron esclavizados».

La Unión Soviética masacró a su antiguo enemigo germano: de 90.000 prisioneros alemanes capturados tras la batalla de Stalingrado «sólo sobrevivieron 5.000, que no pudieron volver a Alemania hasta 1955». Miles de mujeres alemanas fueron violadas sistemáticamente por el Ejécito Rojo y en 1946 nacieron cerca de 200.000 bastardos.

«Después del Reich» también analiza el juicio de Nuremberg, según el autor un proceso irregular donde hubo «una falta de cuerpo legal». El principal juez de Rusia no era jurista sino General, quien «pretendía que se juzgase a los presos de guerra alemanes por la masacre de Katyn, que habían cometido los propios rusos».

En la última parte del libro MacDonogh se ocupa de la reconstrucción de Alemania: «No niego que hubiera lados positivos de la ocupación aliada de Alemania; y aunque la primera parte, por desconocida, es más atractiva para el lector también he querido hablar de la política de reconstrucción a partir de 1949, cuando se creó un estado pacífico que afortunadamente ha llegado hasta nuestros días». 

Sin embargo «cuando se fundó la República Federal en 1949, los aliados miraron hacia otro lado» y recurrieron a profesionales que habían sido «nazis de tercera fila». Algo normal ya que el NSDAP tenía 9 millones de afiliados.  «Cualquier abogado, médico, policía o profesor que quería progresar profesionalmente estaba obligado a ser miembro del Partido Nazi (…) Muchas de estas personas no estaban convencidas del nazismo, igual que también había muchos que eran radicales nazis sin estar en el partido». Aún así «un 10% eran criminales que habían participado en las atrocidades y algunos de ellos incluso habían formado parte de las SS, y acabaron muriendo de viejos en sus camas».

65 años después la verdad sobre los oscuros años de la posguerra alemana aflora por fin de las ruinas del olvido y parece ilustrar a la perfección una frase del escritor Heinrich Böll:  «El demonio es el dueño absoluto de este mundo, y un cambio de poderes constituye tan sólo un cambio de rango entre demonios». «Después del Reich» llegará a todas las librerías de España en un mes de la mano de Galaxia Guttenberg.  

Fuentes: Noticias Yahoo, Telecinco.
Imágenes de Zack Culver en Pixabay
Alfanje

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About Victor Baldovi

Victor Baldovi es guionista y escritor especializado en la Segunda Guerra Mundial. Ha escrito cinco libros (dos de ficción) y desde el año 2005 es redactor de artículos sobre la WW2.

One comment

  1. Mi nombre es Sombra

    «La Unión Soviética masacró a su antiguo enemigo germano: de 90.000 prisioneros alemanes capturados tras la batalla de Stalingrado “sólo sobrevivieron 5.000, que no pudieron volver a Alemania hasta 1955″.»

    Frase que, si bien completamente cierta, es más que discutible. El trato dado a los prisioneros de guera en la URSS fue el mismo que se daba a los reclusos nacionales: violento, estúpido e ineficiente. A diferencia del sistema de campor de concentración y exterminio nazis, el sistema penitenciario no buscaba el exterminio sistemático de los prisioneros sino un supuesto «aprovechamiento» económico de los mismos (y, de nuevo, no distingo entre nacionales y alemanes). Es decir, se les daba el mínimo (muy mínimo) para que siguieran produciendo, pero no se les metía en las cámaras de gas ni se les encerraba en cercados para que se devoraran entre ellos.

    Además, esa cifra tiene trampa. La mayoría de los prisioneros de Stalingrado que murieron en cautividad falleció en los primeros meses de cautiverio, básicamente por dos razones: al principio los soviéticos no se preocuparon excesivamente de ellos al no esperar hacer tan gran número de presos (nadie había pensado ni siquiera a dónde llevarlos) y, más importante todavía, la mayoría estaba extremadamente débiles después de más de dos meses cercados en la ciudad con cada vez menos comida y toda clase de enfermedades campando por allí. Vamos, que la cifra es alta, pero si vamos al total, la estimación es de entre 300.000 y 1.000.000 de muertos de unos 3.3 millones de prisioneros (*). Una cifra muy alta, pero que difícilmente se puede calificar de «masacre», en el sentido de que, si así lo hubieran deseado las autoridades soviéticas, esa cifra hubiera podido ser muchas veces mayor.

    (*) http://en.wikipedia.org/wiki/German_prisoners_of_war_in_the_Soviet_Union

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